Hace unas semanas tuve una experiencia que me ha llevado, en un curioso proceso, a reflexionar sobre algo de lo que somos conscientes y que tal vez en algunas ocasiones olvidamos.
Esta experiencia me mostró el poder de las palabras, en este caso, las palabras escritas. Aquí es donde más se pierde la intención y una interpretación puede hacer mucho daño.
El lenguaje verbal es sólo un 7% de nuestra comunicación, el resto lo da el lenguaje corporal y paraverbal. Esto nos habla de lo dañino que puede ser interpretar y deformar las palabras de otra persona, sin ver, sentir, y escuchar su lenguaje no verbal.
El matiz, en mi opinión, está en que en el lenguaje escrito la intención de las palabras se puede perder ya que nos falta el 53% del mensaje. La interpretación puede llevarnos o al enfado, en este caso se puede producir una respuesta con intención de herir al otro, o puede llevarnos a la incomprensión, en este caso la respuesta suele ser la tristeza.
Y en este punto me pregunto ¿ qué es lo que hace que unas palabras escritas hagan que yo cree enfado o cree tristeza?
La reflexión me lleva a pensar que sí estamos en un momento de enfado en nuestras vidas, incluso unas palabras de ánimo pueden hacer saltar ese resentimiento interno que desemboca en ira y esta puede llevar a crear una respuesta de «defensa» con la intención de herir, entiendo que detrás de todo esto «la intención positiva» es sentir que uno se hace valer, el que ataca «parece sentirse más fuerte».
Cuando lo que surge ante un comentario escrito es incomprensión y no enfado, la incomprensión busca aclaración y en caso de que no haya aclaración solemos buscar la soledad en busca de introspección para buscar respuestas y esto puede llevarnos a entender lo que esta experiencia nos quiere aportar en nuestra vida o tal vez a sentirnos «víctimas» de una situación que no comprendemos y de la que no sacamos ningún aprendizaje y si acabar haciendo nuestras propias interpretaciones y sintiendo un enfado que nos mete en un run run mental, una tensión corporal y una agitación emocional
El aprendizaje al que lleva la incomprensión, la retirada y la introspección es uno y el aprendizaje al que lleva el enfado es otro, ni mejor ni peor, simplemente otro. De los dos podemos sacar mucho partido porque nos hablan de cómo nos relacionamos con lo que ocurre.
Cuando unas palabras escritas nos llevan a crear enfado o la tristeza, tal vez es bueno plantearse la siguiente pregunta:
¿Cúal es el aprendizaje de esto, qué hizo que creara enfado o que hizo que creara tristeza?