Escribo movida por algo que a mi me ocurre al escuchar la palabra control y que tal vez os pueda aportar algo.
Hoy en día somos “maestros” del control. En nuestro día a día surgen tantas situaciones de control que estamos muy entrenados.
Queremos tener todo controlado, que nada se escape a la improvisación, de hecho la improvisación nos produce a veces una sensación de caos de la que, en muchos casos, no encontramos maneras de salir.
Y con este antecedente me sorprende como en artículos, cursos, formaciones, sobre “Inteligencia Emocional”, la palabra control esta muy presente.
Tal vez esta apreciación parece una exageración y quiero dar mi punto de vista por si pudiera contribuir de una manera positiva.
En varios cursos sobre el Lenguaje y su influencia en nuestro consciente e inconsciente, he aprendido experimentando, que lo que el lenguaje presupone se queda instalado en lo más profundo de nuestro ser y puede ser un impulso o un freno.
A través de nuestro lenguaje estamos influyendo en nosotros mismos y en los demás, no es posible no influir con nuestras palabras y gestos. Esta influencia puede ir directa a niveles tan profundos que ni siquiera el consciente se percata, el inconsciente si, y desde aquí estás palabras grabadas hacen el trabajo de limitarnos o impulsarnos.
Las palabras que han llegado a nuestra estructura más profunda se ven reflejadas en nuestro entorno, comportamientos, habilidades, creencias, identidad, sin nosotros tener siquiera conciencia de ello.
Cuando al desarrollo emocional unimos la palabra control, como una herramienta, estamos transmitiendo que lo que hay que entrenar en nosotros es precisamente lo que nos ha alejado de nuestro desarrollo emocional, retener y controlar.
Si lo que retenemos es la energía que producen las emociones, que son respuestas innatas de supervivencia, lo que nos provocamos es tensión mental, emocional y corporal, que en algún momento buscara salida y es probable que sea en el momento y de la manera menos adecuada.
Para mi el desarrollo emocional está asociado a desprenderse de viejos comportamientos automáticos para dar una nueva comprensión a lo que nos ocurre interiormente, es soltar la tensión para poder sostener desde la calma. Es abrazar, tocar, palpar y sobretodo escuchar mis emociones para, en muchos casos, “manejar o conducir una situación problemática”, de manera que contribuya a mi desarrollo y el de los demás.
Y “manejar o conducir una situación problemática» es una de las definiciones que hace la RAE de la palabra gestionar.
Con todo esto lo que quiero hacer llegar es que el desarrollo emocional es la escucha de nuestras emociones y de los demás para apoyarnos y apoyar y no limitarnos o limitar. Y todo esto desde el control resulta complicado, desde la gestión nos abre puertas a nuevas posibilidades y al aprendizaje sobre nosotros mismos.
Aprendiendo a gestionar tus emociones estas avanzando, aprendiendo a controlar estás limitando.
Cuando leas o escuches la palabra control cámbiala por gestión y notarás que lo que estás aprendiendo sobre el desarrollo emocional te resulta más amable, útil y fácil de integrar.
Es real como lo describes, si controlas tus emociones no te desarrollas en la gestión de las mismas.