En mi día a día me conmueve muchísimo, en cada proceso, en cada curso, en cada compartir, la valentía de mujeres que después de una vida entregadas al trabajo, a la familia, al entorno, se plantean dónde han quedado ellas, en qué momento el rol se comió su identidad y toman la decisión de aventurarse en su propio encuentro.
Y me conmueve porque este ha sido mi camino como mujer y es mi camino al acompañar a mujeres en este recuperar su Yo más auténtico.
¿Dónde estoy? ¿Quién soy?, ¿Dónde me quedé? ¿Qué es lo que siento? ¿Qué quiero y qué no quiero en mi vida?
Es duro cuando nos damos cuenta de que cultura, sociedad, creencias, y otras muchas cosas, nos han ido marcando un camino hacia este auto desencuentro y esta perdida de identidad.
Llegado este momento sentimos un desamparo que nos llena de inquietudes, preocupaciones, preguntas, cuestionamientos, mal estar, soledad, silencios incómodos….
Este momento supone un dolor y desconcierto inmenso. Tanto es así que muchas veces en este punto, decidimos seguir en el rol que tomamos hace años y nos cerramos a la posibilidad de un encuentro con nosotras mismas. Miedo a lo «desconocido» miedo al «Vacio», miedo al «desapego».
Hay mujeres que dan un primer paso y dejan un rol, pero ante el miedo de enfrentar esto deciden colgarse a otro que les ha aportado cierto reconocimiento desde fuera. Lo que hacen así es vender de nuevo su felicidad a lo que este rol les aporta, perdiéndose de nuevo a si mismas.
«Qué tontería estaré haciéndome mayor, será la edad, la menopausia, ya se me pasará, con lo bien que estoy tal cual estoy, las cosas son como son, algún día tendré tiempo para mi, esto es lo que hay y punto, ahora toca lo que toca, mejor quedarme así…»
Estás son algunas de las cosas que nos repetimos a nosotras mismas cuando este fuego interno empieza a llamarnos para que recuperemos nuestra propia identidad, la más auténtica. Esa que se ha ido tapando con capas y capas que han creado esos roles tan fuertes que ya no nos reconocemos fuera de ellos.
Estas mujeres valientes que deciden indagarse, aprenderse, descubrirse, admirarse, comprometerse con ellas mismas, son las que a través de su inmensa Autenticidad y Presencia, traen a este mundo un valor inmenso más allá de los tiempos con su contribución y su legado.
A estás mujeres y a todas, estén en el punto en el que estén, este canto de reconocimiento y admiración.
Los hombre también sufrís esto y para los que me leéis, no es mi intención dejaros a parte ni desmerecer vuestra propia perdida de identidad, soy consciente de ello.
A los hombres que se unen a este reencontrarse más allá de lo impuesto, aprendido, heredado, asumido, también mi reconocimiento y en otro momento también escribiré para vosotros un canto.
Ahora me siento en esta etapa vital en la que acompañando a mujeres como yo me siento, me encuentro, me vivo.
Blanca