Vivimos comunicando y expresando y hay tantas interferencias en estos procesos…
Comunicamos y comunicamos y lo hacemos con nuestro lenguaje verbal y no verbal. No solo las palabras que utilizamos componen nuestro mensaje, también nuestra manera de unirlas, nuestra manera de omitirlas, nuestra manera de distorsionarlas, nuestra manera de darlas vida a través de nuestra expresión, nuestro cuerpo, nuestra energía y mucho, mucho más…
Tantas cosas influyen en nuestra comunicación y expresión que darnos cuenta de que es lo que está interfiriendo en ellas nos resulta complicado.
Los «problemas» de comunicación con los demás nacen de un «problema» de comunicación con uno mismo, son un reflejo de las interferencias que encuentro yo conmigo. Si mi relación intra-personal es dispersa, discontinua, rígida, exigente, desconectada, crítica, etc, esto se reflejará en mi manera de emitir un mensaje.
Y lo mismo me ocurre como receptora, si mi relación interna es dispersa, discontinua, rígida, exigente, desconectada, crítica, etc, esto influirá en mi manera de recibir los mensajes.
Por eso es tan importante comunicar desde un estado de conexión con una misma. Esto permite que mi expresión salga de una forma honesta y que la intención positiva de mi mensaje y lo que digo, este alineado con lo que expreso y comunico más allá de las palabras.
Lo mismo ocurre a la hora de recibir un mensaje, como receptor necesito estar muy conectado y centrado para que los mensajes, me lleguen desde lo obvio y no desde lo imaginado, ya que aquí como receptor estoy también presuponiendo, omitiendo, distorsionando, generalizando, etc.
Escuchar mis palabras y más allá de ellas, escuchar mi cuerpo, escuchar mi energía, escuchar mi expresión, aprender de mi misma, confiar en mi comunicación interna, será lo que me apoye para darme cuenta de qué está interfiriendo en mi como emisora y receptora, dando y recibiendo… Comunicando y expresando.